La saga Lost Planet continúa calentando el gélido planeta EDN III con su desatada jugabilidad gracias a su secuela. En Lost Planet 2 Capcom va todavía más al grano, potenciando la faceta on-line de su primera parte y liberándose más y más de las ataduras del modo campaña. Un muy buen shooter en tercera persona repleto de grandes explosiones, criaturas gigantescas y armas futuristas y deliciosamente imposibles.
Nos encantó el primer Lost Planet. Lo reconocemos. A pesar de ser un mata-mata sin mayores complicaciones, nos apasionó su cuidadísimo ritmo, sus gigantescas criaturas y su frenético multijugador. Además en su momento reconocimos su calidad, en su primera versión para Xbox 360, como precursor de una serie de técnicas visuales que hasta entonces pocas veces habíamos visto en la consola de Microsoft en particular ni en general en una Next-Gen que comenzaba a vivir sus primeros compases.
Más tarde aparecieron versiones más discretas para PC y PlayStation 3, y en febrero de 2009 Capcom anunciaba una segunda entrega con mayor énfasis en el juego acompañado, merced a la inclusión de una campaña cooperativa para hasta cuatro jugadores. Ahora, con en el juego en las manos, nos damos cuenta de que el estudio nipón ciertamente se ha volcado en este sentido, haciendo que prácticamente toda la experiencia pivote sobre ese factor.
Lost Planet 2 ha perdido algo de chispa y la capacidad de sorprender de su predecesor, pero pese a ello sigue siendo un muy buen videojuego de acción. El esfuerzo de Capcom por no anquilosar la fórmula es formidable, y han añadido abundantes puntos de innovación como el cambio de escenario, el aumento de las posibilidades de personalización o el mencionado cooperativo. Todo ello para consolidar un gran juego de acción que más allá de su calidad es, al igual que su predecesor, diversión en estado puro.
EDN III, Planeta Perdido
Si de algo protestó la gente sobre el primer Lost Planet era por el hecho de que su historia no estaba particularmente bien tratada, más bien todo lo contrario, y también porque sus personajes eran estereotípicos a más no poder, y porque costaba sentir cariño o empatía por ellos, sus historias o sus conflictos.
La segunda parte no supone grandes pasos hacia delante en este campo, sino más bien al contrario. Hay algunas cinemáticas, más bien escasas, pero su acercamiento a los personajes y a la trama del juego es mucho más exigua que la del original. No sentiremos mucha estima por los diferentes protagonistas que se sucederán en las historias que se nos cuentan, ni tampoco gran interés por los motivos que les empujan a superar las cerca de 10 horas de campaña individual o cooperativa que trae consigo el videojuego.
Puede parecer una tontería, pero la propia disposición de los menús ya da una idea de cómo se ha orientado el desarrollo del modo historia, dando la sensación en todo momento de que la campaña individual es una mera sucesión de mapas contra bots. Los niveles en los que se divide cada uno de los seis capítulos son extremadamente cortos, superables algunos de ellos en apenas cinco minutos; y la total descontextualización de la mayoría de ellos transmite al jugador el sentimiento de que son meros mapas puestos uno detrás de otro y que podrían ser completamente intercambiables entre sí.
Por lo demás, lo poco que se nos cuenta tiene que ver con una nueva aventura diez años más tarde que la que vimos en el primer videojuego de las series y con diferentes y más variados protagonistas. El planeta EDN III que albergó al original ha cambiado mucho desde entonces, y a pesar de que sigue parcialmente cubierto por nieve, lo cierto es que con el deshielo han llegado también las zonas tropicales, desérticas y selváticas a su superficie.
Análisis: Lost Planet 2
6 de mayo de 2010 / Por Álvaro Castellano Córdova Página 1 de 3
Armas futuristas, letales mechas, explosiones y criaturas imposibles: Acción inyectada en vena.
La saga Lost Planet continúa calentando el gélido planeta EDN III con su desatada jugabilidad gracias a su secuela. En Lost Planet 2 Capcom va todavía más al grano, potenciando la faceta on-line de su primera parte y liberándose más y más de las ataduras del modo campaña. Un muy buen shooter en tercera persona repleto de grandes explosiones, criaturas gigantescas y armas futuristas y deliciosamente imposibles.
Nos encantó el primer Lost Planet. Lo reconocemos. A pesar de ser un mata-mata sin mayores complicaciones, nos apasionó su cuidadísimo ritmo, sus gigantescas criaturas y su frenético multijugador. Además en su momento reconocimos su calidad, en su primera versión para Xbox 360, como precursor de una serie de técnicas visuales que hasta entonces pocas veces habíamos visto en la consola de Microsoft en particular ni en general en una Next-Gen que comenzaba a vivir sus primeros compases.
Más tarde aparecieron versiones más discretas para PC y PlayStation 3, y en febrero de 2009 Capcom anunciaba una segunda entrega con mayor énfasis en el juego acompañado, merced a la inclusión de una campaña cooperativa para hasta cuatro jugadores. Ahora, con en el juego en las manos, nos damos cuenta de que el estudio nipón ciertamente se ha volcado en este sentido, haciendo que prácticamente toda la experiencia pivote sobre ese factor.
Lost Planet 2 ha perdido algo de chispa y la capacidad de sorprender de su predecesor, pero pese a ello sigue siendo un muy buen videojuego de acción. El esfuerzo de Capcom por no anquilosar la fórmula es formidable, y han añadido abundantes puntos de innovación como el cambio de escenario, el aumento de las posibilidades de personalización o el mencionado cooperativo. Todo ello para consolidar un gran juego de acción que más allá de su calidad es, al igual que su predecesor, diversión en estado puro.
Lost Planet 2 ya está aquí, y con él una apuesta por el multijugador cooperativo que contrasta fuertemente con la del original. Todo parece orientado en esta ocasión a la faceta on-line.
EDN III, Planeta Perdido
Si de algo protestó la gente sobre el primer Lost Planet era por el hecho de que su historia no estaba particularmente bien tratada, más bien todo lo contrario, y también porque sus personajes eran estereotípicos a más no poder, y porque costaba sentir cariño o empatía por ellos, sus historias o sus conflictos.
La segunda parte no supone grandes pasos hacia delante en este campo, sino más bien al contrario. Hay algunas cinemáticas, más bien escasas, pero su acercamiento a los personajes y a la trama del juego es mucho más exigua que la del original. No sentiremos mucha estima por los diferentes protagonistas que se sucederán en las historias que se nos cuentan, ni tampoco gran interés por los motivos que les empujan a superar las cerca de 10 horas de campaña individual o cooperativa que trae consigo el videojuego.
Ahora cuando morimos no comenzamos desde el último checkpoint perdiendo los progresos, sino que volveremos al último puesto de datos que hayamos activado con el combate todavía en marcha a nuestro alrededor.
Puede parecer una tontería, pero la propia disposición de los menús ya da una idea de cómo se ha orientado el desarrollo del modo historia, dando la sensación en todo momento de que la campaña individual es una mera sucesión de mapas contra bots. Los niveles en los que se divide cada uno de los seis capítulos son extremadamente cortos, superables algunos de ellos en apenas cinco minutos; y la total descontextualización de la mayoría de ellos transmite al jugador el sentimiento de que son meros mapas puestos uno detrás de otro y que podrían ser completamente intercambiables entre sí.
Por lo demás, lo poco que se nos cuenta tiene que ver con una nueva aventura diez años más tarde que la que vimos en el primer videojuego de las series y con diferentes y más variados protagonistas. El planeta EDN III que albergó al original ha cambiado mucho desde entonces, y a pesar de que sigue parcialmente cubierto por nieve, lo cierto es que con el deshielo han llegado también las zonas tropicales, desérticas y selváticas a su superficie.
Las criaturas a las que nos enfrentaremos podrán salir de cualquier parte del escenario, y a los Akrid habituales del primer Lost Planet habrá que sumar nuevas sorpresas.
Al comenzar la aventura podemos escoger si hacerlo en solitario, acompañados por tres bots o por compañeros humanos, en un interfaz que como decimos parece la sala de espera para una partida privada de multijugador; con la posibilidad de escoger manualmente el nivel de cada capítulo por el que queremos continuar nuestras andanzas en una mecánica completamente desembarazada de cualquier lazo con el guión.
El problema de todo esto es que con tanta personalización, tanto peso para el cooperativo y tan poca atención a un argumento que otorgue cohesión al conjunto, la campaña individual transmite la desagradable sensación de estar protagonizada por un grupo de soldados sin personalidad, sin carácter y, lo que es peor, sin nada que decir acerca de nada de lo que les rodea. El hecho de que no se les vea la cara en ningún momento no ayuda mucho, pero lo que de verdad les hace un flaco favor es el no contar con un buen hilo conductor a sus espaldas que una con sentido sus aventuras. Lo que queda entonces del juego de Capcom en cuanto a su campaña individual es un potente espectáculo pirotécnico que no da descanso al espectador y que resulta especialmente disfrutable acompañado, pero que sin embargo tiene una alarmante carencia de alma, chispa o gancho que haga que nos mantenga pegados a la pantalla.